sábado, 20 de octubre de 2018

Gamoneda, Kozer y Tamargo en la tertulia del Café Zorrilla.





Pasaron por el Café Teatro Zorrilla los poetas José Kozer y Antonio Gamoneda, dígase en el orden inverso, si lo prefieren, y nos deleitaron con sus experiencias y criterios no solo sobre la poesía o la literatura sino sobre la vida y lo experimentado. Al respecto, el poeta Jorge Tamargo escribe en su blog Encomio de la imagen:

"El pasado miércoles moderé una charla entre Antonio Gamoneda, José Kozer y el público que nos acompañó en el Café del Teatro Zorrilla de Valladolid. Después de habernos ofrecido el martes una memorable lectura conjunta en la Biblioteca de Castilla y León, también en Valladolid, Antonio y José volvieron a reunirse con nosotros para hablar de poesía. Preparé tres preguntas para ellos, y al formular la segunda, de refilón dije que sus obras son universales. El término universal no se me cayó, ni fui a buscarlo allende con una intención espuria (hay hombres tontos que se apartan de su camino hasta un cuarto de legua para atrapar una palabra deslumbrante, decía Montaigne / quiero creer que no fue el caso); lo pronuncié con ingenua honestidad, inserto en una pregunta que apuntaba en otra dirección; pero aun así, a Antonio le saltaron las alarmas. (Antonio es, creedme, uno de los poetas más generosos y tolerantes que he conocido, porque es, claro está, uno de los más grandes. La grandeza y la generosidad suelen elegir a los mismos espíritus para gustarse en ellos y acomodarse en sus bodegas). Antonio es generoso y tolerante, pero también pudoroso, y por eso posee eficaces alarmas anti-loas: ¡Ojo, demasiado, demasiado!, saltaron las suyas; y, por las mismas razones, con el mismo aviso, también lo hicieron las de José. Entonces Antonio, que encabezó la respuesta, hizo un elegante requiebro ante la pregunta formulada (que tal vez lo habría abocado a un tema espinoso), se centró en el asunto de su supuesta universalidad, y con esa gracia finamente irónica que poseen las personas inteligentes y experimentadas, dijo que sólo se reconoce como el mejor poeta de su barrio, pues es el único que allí vive; y que eso de la universalidad no lo entiende bien, ni siquiera mal; pidiéndome después que me explicara, que lo ilustrara al respecto. Como es lógico, me inhibí de tal cosa. No por pereza o falta de interés, sino porque no quise sustraer tiempo a las intervenciones de los poetas invitados. Sabía que el público estaba allí para escucharlos a ellos, no a mí. Me inhibí entonces, pero ahora… Ah, la universalidad de un poeta no se dirime en el tribunal de su barrio. Y como yo no vivo en el de Antonio… Seguramente escriba un montón de cosas innecesarias para explicar algo obvio, pero os juro que ninguna de las palabras que leeréis a continuación se me habrá caído".



* Fotografías de Enrique Señorans y Jorge Tamargo.


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