El próximo viernes 1 de febrero, a las 20.00, se inaugurará la exposición Biografías dibujadas, de Carmen Iranzo, en la Fundación Segundo y Santiago Montes.
De repente un día el paisaje ha variado. Los personajes que creías estables no están más ahí y ese vacío desconcierta, levantando incluso cierta ofensa. Pero quizá no debería ser así. Podríamos entender simplemente que los personajes acaban perteneciéndonos individualmente, creando un mapa de afectos, de aprendizaje, de contaminación y familiaridad. Qué pronto sumamos los descubrimientos cuando nos seducen. Pasan a formar parte de nosotros y los defendemos ferozmente, cuando hace horas, semanas, eran desconocidos y pertenecían a otros. Otros que posiblemente también los reservaban con celo de las miradas, de los amores ajenos, inevitables por llegar. Nuestros personajes son puntos en nuestras redes personales que, a fuerza de añadir nudos y extenderse, acaban conectando con las redes de otras redes cuyo dueño constructor considerábamos ajeno y que, sin embargo, ahora este punto común nos invita a enfocar. Este proyecto comenzó como un cuaderno pedagógico para mi hija de 15 años al constatar la desaparición de “mis personajes” en su mundo. Un personaje surgía detrás de otro, aleatoriamente, ante la tarea del rescate. Poco a poco este cuaderno íntimo y despreocupado sufrió la mirada de otros, gente cercana y con redes propias. Sus miradas acabaron sin darse cuenta con el desenfado en el dibujo e incluso con su objetivo pedagógico dedicado a Rita. La ruta de los personajes se replegó más egoístamente hacia mi y hacia aquellos hombres y mujeres que habían construido parte de mis intereses en distintos momentos de mi vida. Hay personajes rescatados de mi infancia y también descubrimientos recientes. Creo que todos ellos podrían bien reunirse en torno a una mesa si hubieran coincidido en el tiempo. Como la memoria y la identidad, este es un proyecto en construcción. La lista de los personajes que me gustaría incluir en mi cuaderno son muchos, mujeres y hombres, vivos y muertos, todos bellos para mi. Los dibujos están realizados con una pluma estilográfica de usar y tirar y un solo lápiz de color rojo. La tinta se desparrama a veces de forma traicionera sobre un cuaderno de poca calidad en el que empezó todo. No he querido evitar estos accidentes y pequeños desastres para no alterar el propósito inicial del proyecto. Los dibujos son muy irregulares y han evolucionado de forma inevitable separándose unos de otros, pero creo que mostrarlos todos sin ocultar sus torpezas permite entender la narración de los afectos y la construcción de la memoria.
