El papel pierde sus secretos, o genera otros, de las manos del artesano Juan Ángel Cantalapiedra. El origami japonés, aquí denominado papiroflexia, es una técnica y también un arte. A partir de papel de periódico, cartulinas o papel pintado y con ayuda de un cúter en condiciones y unas tijeras Juan Ángel te compone desde objetos pequeños de adorno personal como pendientes, abanicos y broches hasta móviles para colgar del techo o cuadros con escenas de pájaros, niñas columpiándose, animales de la selva, imágenes urbanas, parejas de amantes, garzas o la ola de Hokusai. Su obra más perfecta es el libro del que unas cuantas páginas emergen hasta formar un árbol donde una niña se columpia.
En una entrevista que le hizo Laura Fraile en cierta ocasión el artista decía: "La papiroflexia siempre me la he tomado como un hobby y una distracción, aunque esto cambió en el momento en que la crisis me mandó al paro en 2012. Fue entonces cuando me planteé tomármelo como una forma de vida: no tanto para vivir sino para sobrevivir y pagar al banco, a Iberdrola". En este caso la necesidad aguzó la capacidad artística. El noble papel, cada vez más sentenciado por las nuevas técnicas, es objeto de trabajo y de culto para Juan Ángel. "Me gusta aprovechar todas las posibilidades del papel. Es un material asequible, humilde, muy proletario. Se pueden usar hasta las facturas telefónicas o las multas de tráfico", decía en la citada entrevista.
Hasta después de Reyes le tendréis en el Mercado de Navidad de Portugalete. Y siempre en sus páginas
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