miércoles, 23 de abril de 2014

Los dormidos, de Rodrigo Garrido Paniagua, se presentará mañana jueves 24





El jueves 24 se presentará en A pie de Página el poemario Los dormidos, del vallisoletano Rodrigo Garrido Paniagua. Ha sido editado por Origami. La presentación correrá a cargo de Jorge M. Molinero. De sus poemas dice Molinero en la introducción al libro:

"Estridencia es lo que nunca encontrarás en los versos de Rodrigo, siempre limpios, colocados en el lugar exacto, desabrigados de artilugios raros que se pierdan en aprobaciones vulgares. Nada de cara a una galería que Rodrigo parece desechar: si el poeta no tiene nada que decir, no escribe; no adorna si no cumple una función. Y ahí podía residir la principal carencia de este vallisoletano: la corrección."

El libro, compuesto de tres partes, Tiempos dóciles, La costumbre y Un lugar que era el mismo, es, en palabras de Molinero, "un poemario social muy logrado y trabajado. Y camuflado en el intimismo por más que su autor se empeñe en narrar en nosotros." Ofrecemos el último poema que figura en las páginas de Los dormidos..




Despertar


Vivir despacio,
mirar a los ojos de los que nos rodean,
saborear todo aquello que no dicen.

Encender hogueras,
dar de beber,
amar sereno el tiempo del amor.

Soportar las plagas del cielo
con paciencia de trinchera.
El dolor es una amante peregrina.

Asistir al parto
de una nueva palabra.
Colocarla detrás de otra
hasta formar un río.

Percibir el esfuerzo del árbol
por hacerse bosque.
Observarse, de vez en cuando,
las líneas de las manos.



lunes, 21 de abril de 2014

'Daniela Astor y la caja negra', de Marta Sanz





DANIELA ASTOR Y LA CAJA NEGRA.

Sobre el fetichismo de las mujeres y el “reconocimiento” de su realidad. 
 Un texto muy rico para “Derecho y literatura”.


Javier Dámaso



Mientras en la sala de exposiciones de la calle de la Pasión del ayuntamiento de la ciudad se exhibe una muestra sobre el “eterno femenino”, frustrado intento de hacer un discurso de género sobre la presencia femenina en la pintura, como muestra Pedro Ojeda en su blog (http://laacequia.blogspot.com.es/2014/03/el-eterno-femenino-retratos-entre-dos.html), vino a Valladolid la escritora Marta Sanz a presentar su última novela, Daniela Astor y la caja negra. En este caso, para marcar la diferencia, construyendo un discurso pleno y bien armado sobre la realidad de las mujeres en nuestro tiempo. Y aún debería decir que, sin buscarlo, como voy a exponer, con una novela cuya trama resulta casi imposible que pueda ser más apropiada en este momento. 

En el Salón de Grados de la Facultad de Derecho, con una sala llena para un viernes por la tarde con actos simultáneos en otros foros de la ciudad, hicimos la presentación, organizada entre la librería A pie de página y el Grupo de Investigación Reconocido de Derecho y TICs de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid, en el marco del programa Lecturas de Derecho y Literatura, que se iniciaba precisamente con esta presentación. 

Foto. Ricardo Fernández Otazo


Por hacer una explicación sucinta que justifique esa inclusión, diré que la relación entre Derecho y literatura goza de una larga tradición, que en España se remonta a un seguidor de don Pedro Calderón de la Barca, Juan López de Cuellar y Vega, que ya en el año de 1670 escribió una Declaración histórica y jurídica en defensa de la poesía, donde pretendía justificar la utilidad poética al servicio del jurista, como instrumento para mejorar y completar sus dotes oratorias. Diré también que prestigiosos y significativos juristas anglosajones, de singular influencia en el mundo del Derecho, han utilizado y defendido el método que se conoce como Derecho y Literatura, como Richard Posner y Ronald Dworkin, y que una filósofa tan aclamada como Martha Nussbaum, en su libro Justicia Poética, planteó con claridad la utilidad de la literatura como instrumento para neutralizar la abstracción y simplificación del Derecho. La literatura permite incorporar las emociones, hacer manifestación de la compleja realidad del sujeto de Derecho. Frente a la generalidad del Derecho, como ha planteado también el crítico literario alemán Hans Mayer (el Derecho es incapaz de alcanzar al sufrimiento humano concreto, lo que implica el fracaso del ideal de la Ilustración), la literatura permite singularizar al sujeto jurídico, trata de los casos excepcionales, posibilita su manifestación, les otorga “subjetividad”. Es un reto al principio de igualdad jurídico. La literatura permite el “reconocimiento”, por utilizar la expresión del filósofo Axel Honneth, el reconocimiento del “otro” como ser humano concreto. La literatura opera siempre como alegoría de la realidad y sólo cuando busca despejar la comprensión y revelar lo que está detrás, como iluminación profana. 

Foto Mar Samos


Hay, finalizando esta breve síntesis, tres posibilidades en las relaciones entre Derecho y literatura: a) el Derecho en la literatura, el uso por los literatos de las situaciones jurídicas; b) la literatura en el Derecho, es decir, la regulación de la literatura por el Derecho; y c) el Derecho como literatura, aplicando el paralelismo que permite el uso del lenguaje y las utilidades de este desde la hermenéutica, desde las técnicas de interpretación. 

En este contexto, las obras de Marta Sanz se incorporan como modelos especialmente apropiados para singularizar casos concretos de sujetos jurídicos que sirven de paradigma en su campo normativo. Su realismo narrativo, no desprovisto en absoluto de vuelo, sino todo lo contrario, siempre con un planteamiento que trasciende la anécdota, encaja exactamente en el modelo que Martha Nussbaum configura en Justicia Poética. Escritora de larga trayectoria, Marta Sanz tiene en su haber diez novelas, El frío (1995), Lenguas muertas (1997), Los mejores tiempos (2001), Animales domésticos (2003), Susana y los viejos, (2006), La lección de anatomía. Barcelona (2008), Black, black, black (2010), Un buen detective no se casa jamás (2012), Amour Fou (2013) y la última, Daniela Astor y la caja negra (2013). Además tiene dos libros de poemas, uno, de 2010, en el que se recogen dos poemarios, Perra mentirosa y Hardcore, y el segundo, de 2013, que lleva por título Vintage

Foto Mar Samos


Debo decir que, para mí, el hallazgo de la obra de Marta Sanz ha sido una maravillosa sorpresa. En primer lugar, leí su novela Black, black, black, donde aparecía un magrebí como claro sujeto de exclusión, blanco de la más clara perfidia por su condición de extranjero e inmigrante. Después accedí a su poemario Vintage, lleno de fuerza, profundidad, ironía y melancolía, que en algunos casos me trajo indudables ecos de Margaret Atwood.

Finalmente leí Daniela Astor y la caja negra, la última novela, objeto de la presentación. ¿De qué trata? Se trata de una novela sobre las mujeres, en realidad sobre las mujeres en España, en especial desde los años 78 y 79 y su proyección hasta hoy. La novela comienza por un referente icónico fundamental: las mujeres del “destape”. 

El icono fetichizado de la mujer “erótica” del cine y la televisión de los años 78-79, las “divas del destape”, aparece como un patrón social omnipresente que incluso toman como modelo a seguir las dos protagonistas de la primera parte de la novela, dos preadolescentes de doce años, precoces luceros en sus sueños del star system voluptuoso español. Por las páginas de la novela se pasean todo el catálogo de estrellas femeninas del momento: Amparo Muñoz, Susana Estrada, Bárbara Rey, María José Cantudo, Marisol, Victoria Vera, Tita Cervera, Raffaella Carrà, Ágatha Lis, Victoria Abril, Lydia Bosch, Silvia Marsó, Yolanda Ríos, Nadiuska, Sandra Mozarowsky, Patricia Adriani, Fiorella Faltoyano, Carmen Platero, Adriana Vega, Blanca Estrada, Didi Sherman, Azucena Hernández, María Casal, Beatriz Escudero, Jenny Llada, María Luisa San José, Emma Cohen, Ana Belén, Teresa Gimpera, Maribel Martín, Gloria Berrocal, etc, etc, etc. Alguna debe faltar, como Silvia Tortosa, se me ocurre, por decir alguien, pero el carácter exhaustivo del inventario, abruma. 

Foto Ricardo Fernández Otazo


Como ya referí, dos niñas juegan a ser divas del destape, con su glamour y el fetichismo del mercado aplicado a lo humano; son “seres especiales”. Y en medio del cuento de hadas de aquellas “jóvenes deseables” aparece una situación concreta: la decisión de una mujer de llevar a cabo un aborto. Los límites sociales y penales a la libertad de las mujeres. Este hecho da una giro completo e inesperado a la novela y trastoca la jerarquía y la valoración previamente hecha de algunos de los personajes.

La técnica narrativa se enriquece enormemente en la novela con un procedimiento muy hábil: el guión de un documental aparentemente televisivo (“las “cajas negras”) que va desarrollándose en paralelo insertándose fragmentos del texto entre capítulo y capítulo de la trama. Ello permite introducir con suma facilidad imágenes, planteamientos teóricos e interpretaciones sociológicas, políticas, estéticas, frente a la dificultad usual de incorporar en una novela un discurso teórico. Al mismo tiempo, la lógica del guión introduce una perspectiva tecnológica: imágenes televisivas, pero también referencias a páginas web, a blogs, etc., con lo que hay una presencia concreta de la tecnología en la novela que la convierte en una clara expresión del modo de percepción actual de la realidad. 


Foto Mar Samos


Y en medio de este contexto, una decisión sobre un aborto que pone sobre el tapete las consecuencias de la criminalización de la interrupción del embarazo. Una situación concreta, una singularización específica de una experiencia traumática, que lo es por razones muy diferentes, todas ellas externas al propio hecho del aborto (la pareja, la familia, la legislación). Ello convierte a la novela en un texto radicalmente iluminador del presente, sin haberlo planificado ni premeditado, pues aún no se encontraba en tramitación y se desconocía el actual anteproyecto de ley del ministro Gallardón. Un vínculo muy útil y benjaminiano entre dos tiempos, que enlaza una experiencia imaginaria de 1978  -pero llena de autenticidad, no sólo de verosimilitud-  con el presente normativo de 2014. Y desde la perspectiva del Derecho, hay que destacar que la autora se asesoró por expertos juristas, jueces y abogados, para no errar en los detalles de los acontecimientos jurídicos de la trama. 

“La carne y el cuerpo”, titulaba Marta Sanz su presentación, para poder evidenciar el juego mercantil de lo femenino, pero nos habló también del alma, del alma de la mercancía, como decía Walter Benjamin, llena de sutilezas para atraer a todos los flaneurs. Y es que, en último término, el “eterno femenino” no deja de ser una categoría mistificadora de una mirada profundamente masculina y uniformizadora. Y frente a la mistificación, la cruda realidad de la restricción de la libertad en la toma de una decisión trascendental y de su criminalización.

¿Sirve la literatura? Sí, por supuesto que sirve. Muestra las emociones, el dolor y el sufrimiento humanos que es capaz de provocar el Derecho en una situación concreta.






domingo, 20 de abril de 2014

Poesía en tiempos de disolución


Pintura de Alexander Deineka



La Universidad de Valladolid organiza tres jornadas -25 de abril, 16 y 23 de mayo- en que la poesía será objeto de análisis y valoración. Tal como nos cuentan desde el Área de Extensión y Cultura de la Universidad:

"Vivimos en un tiempo de progresiva disolución de la sociedad que hemos conocido. El contrato social que regula la política está transformándose y pierde sus anteriores perfiles; en lo económico también el modelo antiguo está disolviéndose; en el plano cultural, la introducción de las tecnologías digitales ha dado un vuelco al concepto de cultura que abarca desde los derechos de autor hasta la difusión, permanencia o disfrute de las obras; por último, por no alargar la lista, las Humanidades están disolviéndose en los Estudios Culturales o en los nuevos intentos de asimilarlas o subordinarlas a disciplinas científicas. Cada vez es menor la relevancia que puedan tener la Filosofía, la Literatura o las lenguas clásicas, en parte por la disminución de la financiación pública de las Humanidades en el sistema educativo en parte porque desaparecen de los planes de estudio.

Sin embargo, un arte como la poesía, con varios siglos de existencia, aún tiene un significado social y cultural para la sociedad. Hemos de entender la poesía como un conocimiento no instrumental, una reflexión sobre lo que es la persona, sobre el sentido de la vida, el significado de nuestros actos, etc."


José Luis Rodríguez García

Antonio Huerta

Ricardo Moreno con Batania

Angélica Tanarro

Laura Fraile

Itziar Mínguez

Karmelo Iribarren



La primera cita tendrá lugar este viernes 25 de abril, fecha en la que el poeta y catedrático de la Universidad de Zaragoza José Luis Rodríguez García impartirá una conferencia llamada `Para qué poesía en tiempos sombríos´ que comenzará a las 11:15 horas de la mañana en el Salón de Grados. A continuación, a partir de las 12:30 horas, se celebrará una mesa redonda sobre edición y crítica poética en la que participarán los editores Antonio Huerta (Origami) y Ricardo Moreno (Lupercalia) así como las periodistas Angélica Tanarro (El Norte de Castilla) y Laura Fraile (últimoCero). Ese mismo día, aunque ya por la tarde, habrá una nueva mesa redonda sobre `Lo cotidiano en la poesía´ que reunirá a partir de las 17 horas a los poetas Itziar Mínguez y Karmelo C. Iribarren.





martes, 15 de abril de 2014

Marta Sanz nos habló de su trayectoria narrativa




El pasado viernes, y presentada por Javier Dámaso, profesor de Derecho Internacional de nuestra universidad, la escritora Marta Sanz habló de su obra literaria. Su novela Daniela Astor y la caja negra es lo último que tiene en narrativa, pero nos recitó también versos de sus poemarios, tales como Perra mentirosa/Hardcore y Vintage, obra poética en la que, por cierto, se ha iniciado tardíamente pero no sin fuerza y contundencia. Marta Sanz ya había escrito antes las novelas El frío, Lenguas muertas, Los mejores tiempos, Animales domésticos, Susana y los viejos y Lección de anatomía.  

De su novela Daniela Astor y la caja negra ya leímos en El País:

"Retrato de época y novela de iniciación, más etiquetas, Daniela Astor y la caja negra surgió del interés de su autora por la estrecha relación entre la realidad y sus representaciones, algo apuntado ya en La lección de anatomía (RBA), el particular ejercicio autobiográfico que publicó en 2008. 'Yo no creo en la esencia de las mujeres. El género es una construcción cultural. Qué es una mujer y qué se supone que es se construye a partir de retazos de una cultura tergiversada que nos pone en desventaja', explica la novelista en su casa del barrio madrileño de Malasaña mientras una gata que ha recogido de la calle merodea desconfiada.'“Quería ver cómo aquellas imágenes de la transición servían para construir a esas mujeres, cómo todo ese imaginario hace que seas feliz o infeliz según te adaptes o no al modelo. Y con todas sus contradicciones, porque Catalina asume gustosa estereotipos femeninos que son absolutamente machistas'. Marta Sanz, que recuerda su propia fascinación adolescente por las revistas del corazón —'las leía en la peluquería porque en casa las tenía prohibidas'—, insiste en una idea capital para alguien que trabaja con la imaginación: no hay nada más conectado con la realidad que la fantasía: 'La dicotomía entre una y otra es falsa. La realidad se construye a partir de su representación. Yo tenía la pretensión de escribir una novela feminista y, más que de una tesis, tuve que partir de preguntas que yo misma no tengo resueltas, hacer autocrítica. Me interesaba reflexionar sobre cómo asumimos un discurso que nos hace daño'.

Esperamos en breve disponer de otra aportación crítica de Javier Dámaso. Las fotografías adjuntas son de Ricardo Fernández Otazo.





viernes, 11 de abril de 2014

Diario de una tristeza, de Manuel González




Presentado por Yolanda Izard, ayer jueves por la tarde compartimos la presentación de Diario de una tristeza, último libro de poemas de Manuel González. La presentadora nos ha pasado amablemente el texto que leyó para dar a conocer el poemario de González.



Yolanda Izard


Buenas tardes, queridos amigos, bienvenidos a este espacio de encuentro con la poesía y muchas gracias por acompañarnos. Voy a intentar ser breve pero al mismo tiempo no dejarme nada en el tintero sobre este libro de poemas, “Diario de una tristeza”, que contiene una buena cantidad de sustancia, y por tanto seguiré la máxima de Juan Ramón Jiménez: la suprema moralidad de la brevedad. Manuel González ya recibió su bautismo de poeta impreso con su poemario “Eslabón roto”, que presentó el año pasado en la Casa Zorrilla, pero no se agota el poeta en una sola visión, que diría Aníbal Núñez, y tenía mucho todavía que decir, como lo demuestra con este segundo poemario, publicado por la editorial Origami. Manuel González, aclararé a quienes no lo conozcáis, aunque procede de San Sebastián, lleva viviendo entre nosotros desde los dieciséis años y es licenciado en Filología Hispánica, pero sobre todo es poeta en el sentido más amplio del término. Yo al menos, aunque no lo conozca demasiado, lo veo así: un poeta entregado a su oficio con una pasión y una incondicionalidad solo dignas de aquellos que llevan la escritura en su sangre y en su corazón.

¿Por qué diario de una tristeza? Todos sabemos lo que es un diario, qué nos arranca del silencio para hacernos palabra, y todos sabemos lo que es la tristeza, qué condiciones tiene que soportar el hombre para adquirir la conciencia de que no es posible separarnos de la melancolía o la pesadumbre, qué sueños se nos habrán de romper por el camino de la vida, y cuánto daño hemos de soportar. A veces la tristeza no es sino una sencilla protesta contra el desamparo. A veces la tristeza no es sino una modesta toma de posición contra la injusticia del mundo. Contra la falta de cordura, de amor, de comprensión, de compasión. Pero a veces también, como veremos en este poemario, la tristeza es el punto de partida del ser que no se conforma con los desatinos terrestres y que busca en sí mismo y en lo otro, en el gran Ello del mundo, la liquidación del transitorio estar y su sustitución por el ser verdadero. Decir todo esto con palabras es todo cuanto puede hacer un poeta, pero qué importante es su labor. Los sentimientos, las emociones, una vez vividas, pasan y se desvanecen, pero las palabras, si son el reflejo verdadero de esas emociones, abren la conciencia y, como en un espejo, multiplican la sensación de verdad, no solo en el poeta, sino en el propio lector. Y además perduran.




La conciencia de ser hombre sobre esta tierra no sería la misma sin los poetas. NI siquiera los científicos son capaces de ofrecernos tanta información sobre lo que habita y late en nuestro interior, lo que en nuestras entrañas se gesta. Cuando un poeta como Manuel dice: “El amor, cuando llega, / lo hace a través de lágrimas de ceniza, / luego deja máscaras en la almohada” no está hablando solo del amor, ni de la ceniza en que se convierte su ausencia, ni de cuántas caras puede mostrarnos, además está hablando de cada uno de nosotros, de nuestros sueños perseguidos y malogrados, de nuestra incapacidad para sostenerlos. Está hablando de una tristeza esencial que tiene que ver con el simple hecho de estar vivo, de algo cuya explicación se nos escapará siempre pero cuyo reflejo, aunque huidizo, podremos leer en versos como estos de Manuel. El poema abre el duro caparazón de la realidad y muestra lo oculto, lo invisible, lo inasible.

Escribir un diario también puede ser un desahogo. El  diario además puede tener una función descubridora ya que es el depositario de esas emergencias del subconsciente que solo brotan cuando somos capaces de suspender parte de nuestra lógica. Por tanto, no puede haber mejor forma de acercarse al diario en cuanto vehículo de conocimiento  de uno mismo que la poesía, que es la gran aliada del subconsciente, pues funciona más que con lo racional, con la intuición, que es la que da sabiduría a nuestro corazón.

Manuel González y su Diario pactan con las estaciones la entrega de su vida íntima presidida por una tristeza que tiene mucho que ver con un preguntarse sobre la propia identidad y sobre el desencuentro amoroso. La división del poemario en cuatro partes correspondientes a cada una de las estaciones, comienza en este libro con el invierno, que, paradójicamente, en el mundo de los topoi literarios representa el final, el punto de llegada sin más posibilidad de regreso. Pero aquí Manuel invierte los esquemas y nos muestra el invierno, la desolación del desamor, como un punto de inflexión necesario para construir sobre las cenizas, sobre sus escombros, sobre el naufragio afectivo, los paramentos de una regeneración. Porque, no sé si lo he dicho, este es un libro de desamor que se va convirtiendo progresivamente en un libro de amor. Es más, este es un libro de desamor y de amor que se va convirtiendo paulatinamente en un libro de búsqueda espiritual que se resuelve en el hallazgo del otro, a través de la comunión con el mundo.




Nadie dice el amor de la misma manera. Manuel lo dice en voz baja, como su ángel de la guarda, lo dice con humildad, sin grandilocuencia ni aspavientos. Tiene una emoción y trata de expresarla con una escritura cercana y sencilla, quizá por eso mismo cuando llegan sus metáforas, sus prosopopeyas, estas brillan y casi resplandecen. Y todas ellas se sustentan de tres elementos temáticos:  el amor o el desamor, la tristeza y la meditación sobre lo que sea ser hombre; y de un correlato poético: lo inanimado como trasunto de su sentir. Desde el primer poema de la primera parte, Invierno, se nos muestra este deseo del amor en toda su plenitud:

“Como el tacto de gotas de lluvia / dormidas sobre una flor / tuve el sueño de ser parte de ti.”

El invierno de Manuel tiene sed de un amor que parece escapársele siempre. Hay fechas explícitas, 11 de febrero, que es como se titula uno de sus poemas, y temas diversos que siempre remiten y desembocan en el cuerpo de la amada, visto como un paisaje de heridas que el poeta prefiere olvidar: p. 8: “Prefiero cerrar el mapa / y no tropezarme con tu recuerdo.” El otoño es aún la estación del amor triste, de un amor que no acaba de vivirse en los pronombres, como diría Salinas, porque su sentir nace ya lleno de pesadumbre y por eso sus poemas se ciernen en metáforas y personificaciones, caen llenando los versos de objetos y realidades que son el trasunto poético de su desolación, como esas manos, por ejemplo, que caen con la misma tristeza de las hojas de otoño.

Es el invierno, es el otoño que habitan entre el deseo y la inquietud vital, la frustración y el vacío desesperanzado y que tiene su indiscutible alianza con la tristeza que preside estas dos primeras partes del libro. ¿Qué hay detrás de esa tristeza que se proclama inseparable de la existencia? Hay una “llama exhausta”. Un “jardín de rosas negras”, “Una casa en ruinas”. Hay “un hombre que duerme rodeado de escombros”, un hombre que “no se reconoce en el espejo, que es la imagen del hombre partido”. Hay “el espacio feroz de la noche y su lenguaje cruel ante el espejo”. Y hay sobre todo una soledad que lo envuelve con un helado manto de emociones que tienen que ver con el desarraigo: La sensación de ser un extraño en la propia tierra. La de vivir una vida a la que le han robado su misterio. La de ser el último fantasma cosido al viento.

Es una soledad tan vívida, tan intensa, que ni siquiera puede matizarla la comunicación amorosa; es más, del propio cuerpo, ensamblado a la palabra, nace esta soledad, como tan bien lo expresa Manuel en estos versos: “Llegada la noche, /  bebí de tus pecados / con el ansia del hombre moribundo, / y vi la soledad cómo brotaba / de tu palabra desnuda.” ¿No hay remedio contra la soledad? No en estas dos partes, que tientan el nihilismo, que desconfían incluso de la capacidad del amor para someterla: “Amarla fue abrazar la soledad. / Las palabras se desprendían amarillas, / escondieron los caminos de vuelta”. P. 26




Pero el poeta sabe que de la sombra puede nacer la luz, que de los escombros alzarse una nueva vida y regenerarse, como el ave Fénix de su poema: “Fue necesario decirte adiós / para quemarme. / Mi verbo necesitó luz, / pronombres personales, / beber de hortensias azules.” Y aunque estemos escindidos, aunque, como él tan bien expresa, “La mano derecha escribe versos de acero” y “la izquierda concluye con violetas.” (p. 19) Manuel sabe también que desde nuestra identidad contradictoria, desde nuestra doble y a veces irreconciliable naturaleza, puede emerger aquel que se alce sobre el desamor, sobre el desarraigo, sobre la soledad, sobre la falta de comunicación con el mundo y con la amada, y ello gracias al amor. Sí, Manuel nos dibuja una verdadera resucitación sobre el nihilismo, la que permite que el desencanto anterior se traduzca ahora en una cita prometedora de Mihai Beniuc, que es la que abre la tercera parte, Verano: Igual que en el mes de agosto, / lloraré estrellas a montones.

“Déjame entrar”, dice Manuel. “Lo haré a través de tus ojos”. Y efectivamente, Manuel comienza a mirar aquí de otro forma el mundo. Mira y define la felicidad. Mira y define los tópicos culturales. Mira y vuela con los pájaros, los hijos del aire, ángeles de gesto rápido / que sacian su sed / con lágrimas del viento. Se mira, sobre todo, a sí mismo, desde ópticas distintas y quiere dejar de ser alguien lejano, alguien que aprenda a vivir sin temor a la belleza. Es ya ese otro que se plantea preguntas relativas a su naufragio, pues sabe que las preguntas son el inicio, que de las preguntas bebe el conocimiento. De esta forma surge el hombre nuevo, el que madura y tantea las infinitas posibilidades de la redención.

¿Y quién puede ser ese alguien nuevo sino el que se ama a sí mismo y es por tanto capaz de amar? La primavera, última parte del recorrido vital del poeta,  viene presidida por estos versos de Benedetti: “Qué buen insomnio / si me desvelo sobre tu cuerpo”. El camino espiritual de la búsqueda de uno mismo en el otro está llegando a su fin. Desamor, soledad, desarraigo han girado inexorables sobre versos sostenidos por una atmósfera de vacío, que ahora se abre a otro mundo de plenitud y significación. Se reconstruye la identidad desbaratada desde la hoguera, las llamas y la ceniza para amanecer convertido en un hombre nuevo. “Quiero ser árbol, sendero”, dice en un poema. Todas las personificaciones en que sostuvo su identidad en las partes anteriores se convierten ahora en parte de un recorrido de plenitud, en el que la comunión con la naturaleza es esencial. Ahora sabemos que este libro trata también de un recorrido espiritual que, como en los ascetas, parte de la destrucción para hallar la luz. Por eso el poeta dice: Búscame en el lenguaje secreto de los pájaros o “en el mercado comprando algo de aliento”. Porque, “si unimos manos en un mismo pálpito”, llegará el tiempo de poner nombres a las cosas.

Sí, la primera y última función del poeta es la de nominar, la de poner nombre a nuestros sentimientos de vacío o de deseo, la de ir fijando con las palabras las claves de nuestra andadura por la tierra, la de preservarnos en ellas, porque ellas son lo que somos, porque somos  lo que ellas nos dicen. Hablar del desamor y entenderlo ha sido posible con las palabras de Manuel, y asimismo hablar del encuentro con el amor y entenderlo. Entenderlo  a través de versos como estos de Manuel: “A tu vientre llegan golondrinas, / y se quedan, / y anidan metáforas alrededor de tu cintura, / y la luz se hace humana / y el sueño un hecho posible / detrás del silencio.

O de estos otros, de absoluta comunión con ese mundo que, como dijo Jorge Guillén, a pesar de todo está bien hecho, y con los que acabo:

"Termina mi búsqueda.
Respiro el mar,
doy gracias,
el universo me ha prestado sus ojos.
Contigo acaba y empieza todo.
Es propicio el tiempo.
Vamos a vivirnos."
  


.

 

Marta Sanz hablará hoy sobre la carne y el cuerpo




Hoy, la escritora Marta Sanz nos hablará sobre La carne y el cuerpo. El acto ha sido organizado por la Facultad de Derecho y la Librería A pie de página. Tendrá lugar a las 7,30, en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho. Será presentada por el profesor Javier Dámaso. Tras la charla nos encontraremos con la escritora en la librería. Leemos en la web de la Editorial Anagrama sobre su currículo literario:

"Marta Sanz es doctora en Filología. Ha publicado las novelas El frío, Lenguas muertas, Los mejores tiempos (Premio Ojo Crítico 2001), Animales domésticos, Susana y los viejos, finalista del Nadal en 2006, y La lección de anatomía (2008). En 2007, publicó Metalingüísticos y sentimentales, antología de poesía española contemporánea, y recibió el Premio Mario Vargas Llosa NH de Relatos. Es autora de tres poemarios: Perra mentirosa, Hardcore y Vintage. En Anagrama ha publicado la novela Black, black, black: «Una novela admirable, muy buena como novela negra pero mejor todavía como novela sin más… Tiene la crueldad y la lucidez desoladora de una de las mejores novelas de Patricia Highsmith, El diario de Edith» (Rafael Reig, ABC); «Una novela negra que es una novela social. Que es una novela de humor. Que es una lección magistral de ingeniería narrativa: ajuste de la trama, diseño de personajes, tensión, suministro de guiños… Espléndida» (Elena Medel, Calle 20). Y Un buen detective no se casa jamás: «Vuelve a mostrar su dominio del lenguaje (y de sus juegos) y del registro satírico (de la novela de detectives, de la novela romántica), con una estupenda narración que tiene mucho de comentario social contemporáneo» (Manuel Rodríguez Rivero, El País); «Una contemporaneidad tan rabiosa como siempre supieron darle los grandes del género, empezando por ese irónico Chandler al que alude en el título y sin olvidar a sus figuras más notorias en España, como Vázquez Montalbán o Eduardo Mendoza» (Lorenzo Silva); «La intensidad es la de Rebeca, de Hitchcock» (Laura Fernández, El Mundo). Su último libro es Daniela Astor y la caja negra.





jueves, 10 de abril de 2014

Chatterton o los poemas últimos de Elena Medel




Presentada por Angélica Tanarro, ayer nos leyó poemas Elena Medel de su libro Chatterton. La presentación que hizo Angélica nos la ha cedido y refleja bien los significados de la obra de la joven poeta Medel.




Angélica Tanarro
  
Cuando llegó a mis manos el libro de Elena Medel que hoy nos ha congregado aquí, me sorprendió la etiqueta: Premio Fundación Loewe a la Creación Joven. ¿Joven? Me pregunté, a sabiendas de que ella lo es efectivamente. (Me considero yo así y tengo muchos años más que ella). ¿Cuándo un creador se libra de los apellidos? De las Etiquetas. Lidiamos con ellas, a diario. Son esas muletas con las que intentamos  clasificar lo inclasificable, hacernos señales que nos ayuden en la niebla de los días. Ya sabemos. Pero yo me insistía, si lleva ya mucho tiempo siendo una poeta reconocida... Joven cuando nos mostró en las pasarelas interiores de la poesía su primer bikini. Pero ahora...

No es raro. Mi yo periodista echa mano de los datos. Así que los busqué. Soy muy mala para las fechas. Y sí, aquí donde la ven, tiene solo 28 años pero un camino recorrido. Un camino que parece mucho más largo. Tras recibir el premio Andalucía joven (¿qué les dije?) con 16 añitos por 'Mi primer bikini', publicó otros dos poemarios, 'Vacaciones', 'Tara' y el cuaderno 'Un soplo en el corazón'. También, siguiendo con los datos se podría destacar que, a pesar de su juventud, su obra ha sido traducida ya al alemán, árabe, esloveno, inglés, italiano, polaco y portugués. Nada menos. Y que está en numerosas antologías.

Mi yo poeta, sin embargo, prefiere buscarle explicación a la wikipedia: la poesía ¿no es al fin y al cabo un modo de vivir más intensamente? La respuesta es sí, sin duda. Y algo de eso hay en este libro de título tan atractivo: 'Chatterton'.




Me toca presentarlo. Algo que hago con mucho placer pero con la misma perplejidad con la que asumo siempre estas tareas. ¿Presentar un libro, este libro? ¿Qué otra cosa podría decir que 'aquí lo tienen, léanlo, no se van a arrepentir'? Yo lo he hecho. Más de una vez. Y por supuesto no me arrepiento, y no solo porque en uno de sus poemas esté encerrada una de esas coincidencias cósmicas que se dan entre poetas en particular, y seres humanos en general. Y que me ha devuelto parte de mi infancia y mi adolescencia enredada en un paisaje de mi ciudad natal. No. Por supuesto. No solo por eso.

'Chatterton'  es un título con reminiscencias prerrománticas, que trae adherido uno de mis cuadros favoritos de mis amados prerrafaelitas...¿Qué decir de él? ¿Y de su autora?

Mi yo crítico, ese que anda enredado entre reseñas y análisis en el suplemento literario de El Norte de Castilla podría hablar de las características de su poesía, esa poesía narrativa que nos va contando una historia que nos agarra con presunta suavidad por el cuello y cuando nos suelta nos deja en suspenso, con un regusto agridulce o con una sonrisa un poco amarga, que procede de un controlado manejo de la ironía. Quizá un control que ha aprendido leyendo a una maestra en esto del manejo de la ironía con mano de hierro y guante de seda, otra poeta también narrativa e irónica como Wislawa Szymborska, que aparece en algún pasaje del libro...




Podría decir que efectivamente su voz es radicalmente femenina, (como se decía para mal, porque lo decían críticos misóginos, de la poesía de Silvia Plath o de la de Anne Sexton) aunque esto no sea más que otra etiqueta un poco obvia. Lo es claro. Elena mira el mundo con ojos de mujer y con manos, voz y alma de mujer queda dicho, pero su experiencia es también la de muchas personas no importa el género, que se pueden ver reflejadas en sus versos.

Incluso podría hablar de un libro generacional, pues su relato nos acerca a esos relatos en prosa, y sin argumentos estéticos en los que apoyarse, de tantas personas de su edad que se encuentran en el aquí y ahora de nuestro país, de nuestro entorno geográfico, y a quienes de alguna manera se está robando parte de su futuro, o al menos se les ha entregado descolorido, muy distinto al que se les había pintado de niños. Se ha dicho que es por tanto un libro del desencanto, creo que ella misma lo ha admitido  así en alguna entrevista o ha estado de acuerdo con el rótulo. Fracaso y desengaño son palabras que se asoman sin crudeza desde sus páginas. Y sin embargo todo esto, con ser cierto, o al menos parcialmente cierto, se me queda corto. Me parece insuficiente. Etiquetas, una vez más que explican poco.




Pero, me digo, ¿hay algo que explicar? ¿La poesía no es una decisión que alguien toma por nosotros sin que apenas podamos resistirnos? ¿O esto que digo es solo una excusa romántica más? Una estrategia artificiosa que 'Chatterton' compartiría sin dudar. Sea lo que sea no importa demasiado.  Porque el libro es mucho más que todos esos rótulos a los que se les ve las costuras. Porque un poemario cuando lo es verdaderamente no cabe en las etiquetas. Y juega con el lector, trata de despistarlo, como haría, como hizo una y otra vez, el personaje invocado en su título. Empezando por su tamaño ¿No ven? Parece breve. Conté quince poemas. Pero no se dejen engañar. El libro hay que leerlo hacia dentro, hacia abajo, es decir, hacia lo hondo. Dejándose llevar como hizo Alicia en el País de las Maravillas persiguiendo al conejo, dejándonos caer en el túnel donde quizá encontremos alguna respuesta prometida. Aceptemos las reglas del juego que Elena nos propone y no nos importe si es ella la que lleva las riendas y juega a despistarnos. Como en el poema en el que dialoga con el fantasma de Chatterton, el hombre, el literato -quizá haya que decirlo ya- que fingió ser tantas veces quien no era y acabó suicidándose cuando se cansó de su propio juego. Comienza así ese poema que inaugura el capítulo 'Cuando me preguntan si escribo respondo que ya no':

“Mentí durante diecisiete años. Mentí después/ en todos mis poemas. He mentido durante los diez/ años siguientes. Acércate, soy / como tú. Escucha como late mi corazón/ perverso…"




Pero el lector sabe a estas alturas del libro que su autora no miente. Que si hay algo en estas páginas es una verdad que está a la vista de todos, pero para la que son necesarios los ojos y la perspectiva de la poesía. Para verla, pero también para aceptarla. Por eso no me parece un libro desesperanzado, sino todo lo contrario. Si nos fijamos bien, la poesía es su propia esperanza. Como en ese poema titulado 'Los mortales se nutren de trabajo y salario' y que invoca a Hölderlin en su prólogo:

“Es miércoles. Es noviembre. Hace
frío,

y en el restaurante frente a la estación
cinco mujeres rápidas apuran sus bandejas.
Bajo el abrigo, la maleta –las otras dos
protegen el respaldo—cuatro mujeres
en orden
a las cuatro de la tarde
disuelven su consuelo en el café de un euro.

Comida rápida,
paño de las mujeres solas”




Mi yo periodista le preguntaría a Elena Medel por qué las mujeres están tan solas en sus poemas. Mi yo poeta no lo necesita. Las de mis poemas suelen estar bastante solas también. Entonces, ¿por qué digo -insisto- que no es un libro desesperanzado? Apenas puedo responder a esa pregunta. Es una sensación de lectura. Pero afirmo que del libro emana luz. Tiene luz la maceta de hortensias de la terraza, aunque sepamos que una flor trasplantada desde su tierra natal a una tierra extraña tenga los días contados, tiene luz esa madre con dos hijos que se desplaza al centro en transporte público, tiene luz la plegaria por la hermana que se despide, como la tienen otros afectos repartidos por el libro.

Que nadie se equivoque, se pueden decir las cosas más duras con pocas, exactas y contundentes palabras. Si además son poesía, como en este caso, no añadirán negrura al mensaje, pero no serán blandas, no cometerán el pecado de la ñoñería, no se alinearán al lado de los cursis, no harán un canto a la obviedad. Por el contrario, aquí lo vemos, la luz que arrojen los poemas nos mostrará los contornos de la vida, el ritmo de su latido, y ese latido será nuestra esperanza. O dicho con otras palabras: Honrar el hecho de estar vivos, lo llama Lobo Antunes ese poeta que nunca escribe versos.

Pero para finalizar y ya que hablamos de juegos y engaños terminaré contradiciéndome y poniendo yo misma una etiqueta. Una etiqueta que se rebele contra los otros apellidos. Estamos ante un libro muy maduro que espero contra lo expuesto en el rótulo del último capítulo que sea el inicio del resto de su vida literaria. Porque está claro que, inevitablemente, Elena Medel ha aprendido quizá una lección tan agridulce como irremediable en este tiempo de silencio que ha precedido al poemario y si la lección vital ha sido provechosa nos esperan más felices libros suyos, aunque los leamos con una mano en el corazón acongojado.





miércoles, 9 de abril de 2014

Manuel González, mañana jueves 10 recitará poemas de Diario de una tristeza




A las 8 de la tarde de mañana jueves 10, Manuel González nos recitará poemas de su Diario de una tristeza, libro editado por Origami. Será presentado por Yolanda Yzard, quien dice del poeta en el prefacio titulado El sueño de la metamorfosis del libro: "En las más sencillas palabras de sus palabras se muestra entero, desnudo, con todos sus deseos y también con la carga oscura del desamor. Y lo hace con muy pocas palabras, y muy poco adornadas. No necesita más para expresar su infinitud. Sus poemas traen sentimientos primigenios, la emoción contenida, hablan de desamor y de amor, de felicidad y de desolación, y su modo de expresarlo es humilde y a la vez intenso." Habrá, pues, que escucharle.





martes, 8 de abril de 2014

Elena Medel presentará Chatterton mañana miércoles 9




Este miércoles 9 de Abril, a las 20 horas, Angélica Tanarro nos presentará a la autora de Chatterton, Elena Medel. Después Elena nos leerá parte de su poemario, que ha sido el XXVI Premio Fundación Loewe a Jóvenes Creadores, editado por Visor.

Elena Medel es, además de una excelente poeta, codirectora de La Bella Varsovia, una de las editoriales que apuesta por la nueva poesía. Quien no conozca su poesía está a tiempo. Y ahí va una de las que aparecen en Chatterton.


UN CUERVO EN LA VENTANA DE RAYMOND CARVER
para Erika
Nadie se posa en el alféizar -son veintiocho años
de espacio adolescente-,
pero qué ocurriría si el pájaro sobre el que he leído
en todos los poemas
se colara por el patio de luces y asomara
por el alféizar de mis veintiocho años,
un pájaro
mi habitación adolescente.
Y qué ocurriría si yo escribiese aún
-si me preguntan, respondo que ya no-
y un pájaro cualquiera, ninguno de los pájaros sobre
los que haya leído en todos los poemas,
un cuervo o una de las palomas negras que asoman en la oficina,
interrumpiese en la escritura
como el que se posó en la ventana de Carver.
¿Ganaría su lugar en el poema?
¿Dejaría de ser pájaro?
Alza el vuelo. Ya no hay
habitación en el alféizar.

sábado, 5 de abril de 2014

Y Baco pasó ardiendo con sus poemas




Ayer viernes pasó Esteban Gutiérrez Gómez (Baco) por nuestra librería y nos leyó poemas de Ardimiento, tal como éste titulado Hambre:


"He tardado en darme cuenta
y ahora sé porqué
en todos los órdenes de la vida
      los que llegan a la cumbre del poder,
      los que coronan la cima,
no son
      los mejores, ni
      los más sabios, ni
      los más fuertes, ni
      los más honrados.

Ahora sé que
      los que nos dominan son
      los más hambrientos,
      los que lo quieren todo y
no les importa
qué hacer
para conseguirlo,
ahora sé que son
      los más egoístas,
      los que más determinación tienen
para lograr sus objetivos,
      los que jamás ponen en su alma
una pizca de corazón,
      los que falsean sus sonrisas,
      los que mienten con sus palabras,
      los de las miradas feroces
      los egoístas
solitarios
de la cúspide,
      los que olfatean el dinero y el poder
en busca de la próxima presa.

Y ahora sé
que ellos son
      los lobos
y nosotros,
      los conformistas,
      las ovejas,
y que somos su alimento
y que siempre

tendrán

hambre."







viernes, 4 de abril de 2014

Adiós a Ana Santos Payán, la gaviera




Despertad, cantores:
acaben los ecos,
empiecen las voces.

Antonio Machado




Valga este cantar también como proverbio para el recuerdo de Ana Santos Payán, más conocida como Ana Gaviero, editora de El Gaviero Ediciones. Ana falleció el pasado día 31. Valga como homenaje y reconocimiento a su hermoso empeño: por la voz que difundió de tantos autores, de tantas palabras, de tantos impulsos, de tanta creatividad. El gaviero debe seguir escudriñando el horizonte.



jueves, 3 de abril de 2014

Ardimiento, nuevo poemario de Baco, se presentará mañana viernes 4





Mañana viernes se presentará en la librería A pie de página a las 8 de la tarde (continuación en el bar La curva) el nuevo poemario de Baco, conocido también como Esteban Gutiérrez Gómez. Se titula Ardimiento. Lo ilustra Quino Romero de Proyecto Genoma Poético. Así empieza el prólogo de Ardimiento, según Gsus Bonilla... 

"Ardimiento: Acción y efecto de arder o arderse; valor e intrepidez; así lo certifica la RAE; Bacø, el otro yo de Esteban Gutiérrez Gómez lo sostiene y de esta manera denomina a su primer libro de poemas. Puro fuego y atrevimiento con el que por primera vez desciende, para posarse, en el orco de la poesía; ese lugar de alboroto y discordia, destinado al eterno castigo de los condenados. Patíbulo de confesos y liberados del secreto; apaciguante de la angustia; narcótico para derrotas y demonios. Bienvenido entonces, hermano. 

Bacø utiliza herramientas nada nuevas, para su poesía coloquial y de fácil asimilación; por el contrario, el acierto de ofrecerse de adentro hacia afuera lo encontramos en su experiencia vital, posiblemente similar a la de muchos de nosotros; con la que se podrá empatizar, poco o mucho, o, quizá, nos suponga una indiferencia absoluta. 

Esta es la apuesta: Escribir de lo propio.



Solo que en Ardimiento hay un elemento diferenciador. Ese que muchas veces no sucede en los discursos poéticos de nuestros días, que aunque semejantes, en ocasiones nos encontramos poetas imberbes que quedan fuera de juego, cuando nos hablan de su vida con una ancianidad asombrosa; otras tantas el anciano rebosa una infantilidad terrible; y muchas más, el hombre maduro se nos antoja extraterrestre venido de Ganímedes. 

Aquí, en este libro, existe un tipo al que le gusta leerse con el tiempo, sin ningún afán de atrapar los demonios propios, más bien de solazarse con ellos: «Ya sé lo que estás pensando/ que 50 años son muchos/para publicar un primer poemario.» -se nos interroga- «Quizá tengas razón/ pero no te preocupes/he sabido guardar/ todo/ mi veneno» y nos deja vacilantes, con el pensamiento y la palabra en puertas de la boca."